TEATRO EN ANALISIS 001
Por: Inés Muñoz Aguirre
VINO LA REINA
Obra: Vino la Reina
Autor: Karim Valecillos
Elenco: Elvis Chaveinte,
Israel Moreno, Giovanny García, Zuly
Mendez, Omaira Abinade, Alejandro Díaz, Vicente Peña, Indira Jiménez y
Patrizia Fusco.
Dirección: Jesús Carreño
Producción: Patrizia Fusco
Los directores de teatro
venezolanos tienen una deuda con nuestra dramaturgia que se salda de a poco cuando el público tiene la
oportunidad de disfrutar obras como “Vino la Reina” y digo de a
poco, porque mientras los autores estén ligados a las producciones
quiere decir que aun luchan por un espacio que sólo se da, cuando el mismo
decide que tiene que llevar la obra a escena para que se sepa que existe. La
obra de Karim Valecillos que se presenta en la Sala Plural del Trasnocho
Cultural confirma la importancia de una dramaturgia nacional que nos sirva de
espejo y de reflexión, que testimonie y nos confronte, que haga la tarea de
mostrarnos como somos y de permitir que se nos vea a partir de una serie de
vivencias que hablan por sí solas.
Viva la Reina es un trabajo
que hay que ver porque en ella descubriremos esos personajes que nos rodean a
diario y que de tanta cotidianidad los llegamos a ignorar. Los negociantes que
ven en cada suceso una oportunidad de negocio, de riesgo, de manejos de
intereses y de la consabida traición; la
juventud sumida en sus inquietudes e intereses particulares en un mundo que los
aísla de su entorno con el que solo tienen capacidad de relacionarse cuando
algo los afecta de forma directa, el
machismo, el miedo, la sumisión y la represión concentrados en el sentimiento
familiar, la decadencia de la televisión,
la política y el espectáculo conviviendo en un mismo espacio, el
consumismo y la lucha incierta en contra del mismo, la rebelión juvenil que pareciera destinada a quedarse en la
nada.
Todos estos temas y
seguramente mucho más desde la perspectiva de cada espectador son abordados por
un elenco joven pero muy profesional que termina por convencernos que esos
personajes que están allí, existen. Hay que
destacar las actuaciones de la joven anarquista , de su compañero y del motorizado pero también hay que
resaltar que todas las actuaciones sin excepción son impecables apoyados en un
trabajo de dirección, fresco, ágil, que nos pasea con un ritmo constante de
cambios de una situación a otra. El ritmo de la pieza transcurre sin darnos
tiempo a distracciones, porque nos atrapa y nos condiciona a estar a la
expectativa.
La puesta en escena de Vino
la Reina, nos sitúa en una experiencia que nos pasea por el texto, la danza, el
show, el video y la reflexión, es obvio que el texto conduce a este
tratamiento, que bien pudiera ubicarse en lo que Óscar Cornago (investigador teatral, titular del Instituto
de la Lengua Española del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de
Madrid) define como un sistema de tensiones
que funciona al establecer relaciones de contraste, oposición o
complemento a partir de distintas zonas de lenguaje. Una propuesta sujeta al
nuevo drama contemporáneo que acepta la analogía entre drama y acción, permitiéndose
la utilización de una infinidad de códigos. Solamente percibimos un sobresalto
en dicho ritmo en el momento del uso del video, no sé si se trató de un
incidente técnico de esa función o si se trata del desencuentro natural que
suelen tener el video y el teatro, al reconocer que siempre depende del
accionar preciso de un botón, en una situación en la que todo se mide sobre la
base de un segundo. Sin embargo queda la duda si el sobresalto hace referencia
a las debilidades de la tecnología de la época. En el teatro todo es posible
siempre que se sustente a sí mismo en una explicación valida.
Este trabajo de Tumbarrancho
teatro nos hace reír, en ocasiones a carcajadas pero nos conduce a una
reflexión profunda, nos sujeta a un hilito de nostalgia, nos pasea por
distintas emociones y pasajes históricos. Nos hace pensar en un país
particular.
Se hace un buen teatro en
Venezuela, en este caso no queda duda para un público que busca algo más que la
risa fácil.
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