GORDA
Por Inés Muñoz Aguirre
TEATRO EN ANALISIS 006
por: Inés Muñoz Aguirre
Obra: Gorda
Autor: Neil Labute
Actores: Liliana Meléndez;
Luis Gerónimo Abreu; Antonio Delli y Marta Estrada
Dirección: Héctor Manrique
Gracias a la crisis que
atraviesa nuestro país, los artistas están trabajando sin parar, porque han
tenido que asumir el reto de llevar adelante sus carreras sin depender de los
subsidios estatales. Con suerte, lo que para otros podía significar una caída,
se ha convertido para ellos en un reto, que nos ha llevado a contar con una
variada cartelera teatral. Una cartelera que sorprende por su variedad y que
nos confronta con un teatro que no se hace solo para reír. El fantasma de un público fácil siempre
ronda, pero trabajos como la obra de Neil Labute: Gorda; abren un camino a descubrir un espectador
que se ríe y que transita delicadamente hacia la reflexión sobre los valores de
la sociedad contemporánea.
Desde su presentación más
sencilla GORDA nos cuenta la historia de Tommy, un hombre que se enamora de
Helena, una mujer inteligente, graciosa, sensual, divertida y con 30 kilos de
más. Sus amigos lo hostigan con
comentarios que lo conducen a enfrentarse con sus propios preconceptos acerca
de las apariencias. Cuatro personajes parecen perseguirse los unos a los otros
en una situación en la que el colorido, la iluminación y la música nos tienden
la trampa. Es una obra que nos conmueve y que invita a la reflexión. Es una
obra dura como es la dramaturgia de Neil Labute, un dramaturgo controversial
que se ha caracterizado por sus aguzadas e inquietantes representaciones de las
relaciones humanas. La sexualidad, la sordera;
la maldad, la religiosidad; hasta abordar uno de los temas más sensible
de los americanos como lo es el once de septiembre. Labute juega con las
realidades y muchas veces se ha visto cuestionado por la sociedad que el
cuestiona, pero indudablemente bajo unos visos de éxito, si amarra los
resultados de su trabajo al concepto de que siempre la verdad triunfa.
La puesta en escena de Héctor
Manrique no deja lugar a duda sobre la buena utilización del espacio y de los
recursos escenográficos que muy bien manejados por los actores dan respuesta de
todas las necesidades de representación de la pieza. Un movimiento sin pausa no
deja tiempo para el despiste por parte del espectador, por el contrario el paso
de un cuadro a otro de la pieza se hace con tal dinamismo que no se puede
ignorar el excelente juego interpretativo que logran Antonio Delli y Marta
Estrada para realizar dichos cambios, rosando un agradable concepto de
picaresca que nutre el desarrollo de la
historia. Eliminando a su vez la estructura formal de unos espacios
convencionales.
La historia principal recae
sobre Luis Gerónimo Abreu y Liliana Meléndez, quienes logran construir unos
personajes en los cuales no se les escapa detalle. El personaje de Meléndez
conquista, atrapa al espectador quien inconscientemente asume su velada
defensa. A medida que avanza la obra
podemos apreciar las transformaciones de ambos personajes hasta el punto de
conmover al espectador, quien se involucra por completo en la historia de estos
dos personajes que se confrontan a sus emociones, a sus miedos y a sus
soledades tan particulares. Cada uno desde su espacio, pero destacando la
honestidad de la gorda que se muestra desde el principio, transparente, tal
cual es. Sin dobleces.
También son personajes solos,
los compañeros de trabajo de Tommy. El personaje interpretado por Delli,
levanta en el público exclamaciones de asombro. Su sarcasmo y su desfachatez se
convierten en una sorpresa permanente, en la que el personaje parece retarse de
forma constante con el objeto de superarse a sí mismo. En su momento de mayor debilidad reconoce los
efectos que ha tenido sobre él, ser hijo de una mujer gorda. La venganza, la
burla y la humillación se convierten en armas letales con los que prefiere
herir a quienes le rodean, aunque en el fondo sabe que no sale ileso de tanta
agresividad. Antonio Delli juega con
buena parte de sus recursos interpretativos para poner el público a su favor.
Martha Estrada desarrolla un personaje a
la altura de sus circunstancias. Un personaje que invita a establecer el
contraste entre dos figuras, dos conceptos de vida y dos formas opuestas de
manejar sus sentimientos.
La risa y las emociones están
servidas en este trabajo que vale la pena ver y sobre todo, reflexionar luego
sobre su planteamiento.
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