TEATRO EN ANALISIS 0003
Por: Inés Muñoz Aguirre
SOLILOQUIO EN ROJO EMPECINADO
Por: Inés Muñoz Aguirre
Obra: Soliloquio en rojo empecinado
Autor: José Gabriel Nuñez
Elenco: Virginia Urdaneta
El monologo es un reto, quizá el más
difícil del teatro tanto para quien lo escribe, como para quien lo
interpreta. Cuando el dramaturgo decide trabajarlo se enfrenta a la
necesidad de dar respuesta a un planteamiento a través de la vivencia,
sentimiento y experiencia de un personaje. Es un discurso en el que
se puede expresar en voz alta los sentimientos o dirigirse hacia otras
personas, un objeto o una situación. El problema que confronta normalmente el
monologo en su estructura tiene que ver con que los seres humanos asumimos que
una persona que habla sola no está bien, lo que nos conduce a que el espectador
se vuelva más exigente con lo que presencia frente a este esquema, obliga al
autor a justificar muy bien el por qué de dicho soliloquio, así como se
presenta convertido en un reto para el interprete quien deberá sostener la
atención sobre su personaje sin sobresaltos.
Es cierto que el teatro comercial ha
tendido a “abaratar” el reto que significa el monologo, amparado en la búsqueda
de generación de una risa fácil, pero cuando se tiene la oportunidad de
apreciar una obra importante se descubren los giros, el ritmo y la composición
que debe tener este exigente género teatral.
Un dramaturgo venezolano empeñado en la
conquista de la reflexión a través del monologo es José Gabriel Núñez, quien en
el año 1980 atrajo todas las miradas hacia su inquietud con la obra
Madame Pompinette, actuada por Pedro Marthan y dirigida por Ugo Ulive. En este
unipersonal el protagonista hace las veces de consejero sentimental en una
columna periodística pobre y anquilosada, porque los personajes de Núñez se
enfrentan a unas situaciones en que necesitan dejar algo atrás. Sus personajes
en muchos casos decadentes están amarrados ineludiblemente a la historia del
país, lo cual los vuelve más contundentes porque siempre hay un
enlace entre la tragedia personal y su entorno.
Ahora 30 años después de aquella obra
que revolucionó como lo han hecho otras de su piezas como “El autobús” “Noches
de satén rigido” o “María Cristina me quiere gobernar, vemos su
obra “Soliloquio en Rojo Empecinado” . A mi entender esta obra no es
unacomedia, porque no puede serlo si está
afrontando como lo hace, la necesidad que tiene el personaje de descubrirse a
sí misma, de encontrar las razones para merecer el respeto, de entender a
través de su terapia a la que ha decidido entregarse en la búsqueda
de la verdad: ¿Qué paso con su libido después de haber sido un derroche de
sexualidad y erotismo?
No podía Núñez desprenderse en este
monologo de lo que le ha inquietado siempre del país y nos asoma a dos
personajes separados incluso por sus tendencias y sus creencias políticas. En
momento te invita a la risa pero los verdaderos sentimientos del personaje te
atrapan.
Virginia
Urdaneta es la actriz que da vida a Magdalena, una actriz expresiva que juega
fácilmente con los distintos matices y pasa de una situación a otra hilvanando
con sencillez sus gestos y palabras. Lamentablemente el pequeño espacio del
Ateneo no daba al personaje las oportunidades necesarias de movimiento. El sofá
rojo en el centro del pequeño escenario nos ubicó en un espacio en el que un
personaje se movió estrictamente lo necesario y nos hizo pensar en un ser
atrapado por sus emociones. Virginia Urdaneta demostró su experiencia y calidad
en el escenario. Nos llamó la atención que en ocasiones dejaba su enfoque sobre
el siquiatra para dirigirse a los espectadores en la búsqueda de una
complicidad particular frente a determinadas situaciones con las cuales tenía
que lidiar. El rojo de su traje cumplió la función frente a un
hombre que cede no se sabe si ante sus impulsos o los de ella.
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